Pocos niños debieron faltar el sábado en el primer día de curso, porque el Templo se nos volvió a quedar pequeño. Si no estábamos todos, casi todos. Esta vez no habían ritos ni cuarentas aniversarios como explicación. Así que sólo puede haber una única e imprescindible: ganas de encontrarse con Jesús. Porque, entre los niños y padres de tercero de Catequesis Familiar y juniors se ocuparon absolutamente todos los bancos en la eucaristía.
Feliz reentrada, pues. En juniors no se mide el éxito por los números, pero, evidentemente, son muestra del trabajo bien hecho. Además, en el primer día de pacto, casi 40 niños se apuntaron (y parece que faltan aun algunos más por venir) y el resto de niveles también tuvo la alegría de encuentrar nuevas caras entre los bancos. Incluso, Experiencia, en su último año, tuvo cerca de 10 niños nuevos.
Tras la misa, los cuatro niveles se dividieron en dos grupos y en dos zonas de juego para iniciar el curso con juegos, alegría y un dulce regalo de premio (vean, si no, la imagen de Gerardo intentando sobrevivir a los niños en busca de su chuche prometida).
La semana que viene más. Nosotros no puenteamos.
Y esta vez, ya acabamos a las 20:00.