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Amparo Alabarta

Amparo Alabarta Baviera (1957-1995)

COMPROMISO AL SERVICIO DE LA IGLESIA

Sus primeros sacramentos los recibe en un ambiente familiar. Celebra el bautismo y la confirmación en la
Parroquia de La Asunción, mientras que su primera comunión la tomará en el Colegio María Auxiliadora.

En 1965, entra a formar parte del Movimiento Junior y, en 1973, inicia su etapa como educadora. Es el área
donde consagra los mejores esfuerzos de su vida, tanto en su salud como en la enfermedad.

Siempre con una Biblia en la mano, aparte de los Juniors, podemos enumerar multitud de labores de su vida
pastoral: Equipo Comarcal Juniors y Jefa de Centro de Juniors San José (77-83); educadora de confirmación; participa en la creación del Movimiento de Jóvenes y sus primeros pasos concretos como la formación de equipos de Revisión de Vida, ejercicios espirituales, construcción del Oratorio, “Proyecto Argentina” o “Jesucristo Superstar”; Ministra extraordinaria de la Comunión desde 1982 y promotora de las misas navideñas en casas de enfermos; colabora en la Delegación Diocesana de Infancia y Juventud, así como en Cáritas Joven. Muchas actividades que se complementan con la oración diaria, la eucaristía como centro de su semana y una multitud de atenciones al prójimo alejadas de la luz pública.

LOS JUNIORS COMO CONSAGRACIÓN VOCACIONAL

En junio de 1988, tras unos años distanciada por otras necesidades parroquiales de sus queridos Juniors MD, es demandada a asumir la responsabilidad de un centro junior que atraviesa momentos difíciles y que necesita una renovación de personas y métodos. “Yo estoy para servir a Dios a través de lo que los sacerdotes me pidan” es su respuesta. El centro vuelve a resurgir y hoy todavía se pueden apreciar los frutos de su trabajo. Su mayor contribución al movimiento es el amor por los educadores. Un amar que significa preocuparse por su vida espiritual y personal. Enseñar quien es Cristo y cómo encontrarlo en la oración. Con los niños, su amor se traduce en “locura” y en un trabajo incansable por ayudarlos a crecer en la fe.

Hay quien dice que la parroquia y el Señor son su pasión, su único “hobby”. Vive para ella, vive para Dios. No
fue una educadora de grandes exhibiciones, sino de cara a cara y cariño. Potencia a su máximo exponente los cuatro Principios Juniors, la ley del amor al prójimo, el lema de Siempre Unidos y la compactación del concepto de grupo. Su historia de salvación se sustenta en perseguir el estilo de vida de Jesús.

Entre los logros del Movimiento que se fraguan durante su estancia de veinte años, destaca la guía “Los primeros pasos en el Movimiento Junior”, el proyecto “Puertas abiertas” (potenciar el encuentro con los hijos de inmigrantes llegados a Torrent de distintas provincias de España en busca de trabajo) o la “Junta de padres Junior”.

SU PERSONA: UN CARISMA VIVO

La opción de vida de Amparo es dedicarse a la voluntad de Dios. Unos años antes de caer enferma, alguien le
pregunta si es soltera y su respuesta es “estoy casada con el Señor”. Por ello cuenta con un gran ascendiente con los jóvenes: por su cercanía, su capacidad de amistad y su extraordinario espíritu de sacrificio.

Ama mucho, sincera y discretamente. Son abundantes sus carismas personales. Generosa y desprendida, de fe sencilla, buena consejera, paciente, dulce, conciliadora, discreta, honesta y tranquila. De una esperanza máxima en la vida eterna como se demuestra durante su enfermedad y en su anterior servicio a los enfermos, pues es una de los primeros ministros extraordinarios en una época de difícil comprensión social de este compromiso. Su actitud paciente y el servicio cariñoso a los enfermos allanan el camino.

UNA ENFERMEDAD VIVIDA DESDE LA FE

En febrero de 1993 sufre una extirpación de mama por cáncer y en 1994 se le detecta metástasis de hueso.
Sometida a quimioterapia durante ocho meses, en diciembre de 1994 la enfermedad le obliga a permanecer en cama hasta la fecha de su fallecimiento, el 17 de mayo de 1995.

Durante su enfermedad quiere prepararse cristianamente. Recibe la unción de enfermos como vivió su
apostolado: en la Sala Junior rodeada de sacerdotes, educadores y amigos. Ya postrada, borda el banderín que preside sábado a sábado la eucaristía junior. Es un tiempo de multitud de visitas interesándose por su salud. Visitas no casuales, sino fruto de un trabajo de seguimiento y acompañamiento a educadores durante años. Curiosamente, a la salida muchos son los que comentan: “Venía a consolarla y soy yo el que vuelve consolado”.

Su vela y entierro, se convierten, posiblemente, en su mejor homenaje: con un semblante tranquilo y la mirada orientada hacia Dios, impuesta la pañoleta, rodeada de sus amigos, la sagrada escritura como elemento central y acompañada de jóvenes cantando con guitarras. La misa de su funeral es de Gloria y el Salmo cantado su mejor legado: “Mi alma espera en el Señor, mi alma espera en su palabra, el Espíritu me viene del Señor que hizo el cielo y la tierra”. Todos los presentes celebran una misa muy emotiva. Con el pretexto de que rezaran por ella, Amparo les ha traído hasta allí para rezar al Señor.

UN CENTRO JUNIORS QUE NO LA OLVIDA

El nombre de Amparo Alabarta supone hoy en día para el Movimiento Juniors la concreción de un gran ejemplo de compromiso cristiano. Una imagen suya preside todas las reuniones. Vivió el junior de una forma excepcional, desde una intensa santidad. Creemos que es un modelo para todos los juniors y todos los cristianos. Su legado se traduce en que se puede y se debe vivir la santidad desde las formas más normales y cotidianas.

Desde el año 2001, la parroquia ha iniciado la recuperación y recopilación de todos los datos y testimonios
sobre su figura para iniciar el proceso de su beatificación. Cualquier proceso de esta índole es largo y se desconoce si la beatificación llegará, pero al menos durante este periodo, se pretende dar a conocer la vida de Amparo Alabarta, miembro de nuestra comunidad parroquial que dio su vida desde el evangelio.

En 2003, aprovechando la celebración del 35 aniversario junior, el Movimiento asume como suyo ese
compromiso de no apagar la llama de Amparo. Desde entonces, la denominación del centro pasa a “La Asunción-Amparo Alabarta”, se la tiene presente en distintas celebraciones y, especialmente, cada año su figura es el eje central del “Día de centro”.