Este verano un grupo de educadores de nuestra parroquia estuvo de viaje de misiones en Filipinas, con niños de la comunidad del Verbum Dei. Y como no, Juniors La Asunción-Amparo Alabarta estuvo presente en esta gran experiencia, de la mano de Lluis.
Os dejamos su experiencia que él nos cuenta:
Ya en casa, después de 25 días en Philipinas. Agosto se termina y nos toca volver al trabajo. El curro. Ahora me siento un rato y me puede poner a escribir. A pensar y «compartir» la experiencia. Juvy estaría súper contenta.
Lo primero no sabría cómo agradecer a Paula que aquel día me «invitase» a embarcarme en esta misión. Contigo empezó todo. Un consejo: cuando tengáis una oportunidad así y aunque se presente de la manera menos esperada, cogedla. Lanzaos. Durante varios meses de la preparación llegué a pensármelo, quizá me había precipitado. Puede ser. Y es probable que por eso me empeñara en llevar conmigo a Anabel sin ella no hubiese sido lo mismo y ella también lo sabe. Laura, Adri y Fernando (también educadores de la parroquia) solo podían mejorar el equipo que con Patri, David, Joan, Robert, Joan Miquel, Vicky y Antonia Maria ha completado la gran familia española. Y Juvy, esa misionera/guía que tantos dolores de cabeza nos ha dado durante meses y de la que no nos separaríamos (incluso alguno se llevaría a casa) después de estos veintitantos días. Ya no voy a nombraros más en esta carta, pero cada uno ya sabéis lo que habléis significado para mí. Sino, también podéis preguntarme. De todos he aprendido. Todos me habéis enseñado. Y estoy muy orgulloso de que incluso, alguno de vosotros, hayáis hecho lo mismo conmigo. Gracias (puede que vaya a ser la palabra que más repita de ahora en adelante)
De llegar con miedo, a tener miedo a irme. A llegar a dudar de si quería irme. Y de ello los culpables son los niños. Sus familias también, evidentemente, pero los niños lo han sido todo. Han creado una dependencia en mi preocupante. Incluso a no poder disfrutar de un turismo que a cualquier persona, más o menos normal, le hubiese encantado. Un día les bastó para ganarme. El resto para encajar la goleada más grande que he «sufrido» en mi vida.
La primera lección que nos dieron, y que nos llamó la atención, era el respeto y confianza que mostraban hacia un grupo de españoles raros: altos, con barba, narices gigantes y pelos largos y «rubios». Sus mejores galas para el primer encuentro. Luego la confianza ya hizo el resto. Si juego al baloncesto y hay barro me quito las chanclas y la camiseta para no mancharlas.
Si vengo con uniforme impecable del cole, fuera para subir a las palmeras…Llovía pero ellos no podían fallar a nuestro encuentro. Venían chopados. Tiritaban y pasaban frío. Pero ahí estaban con nosotros. Nos enseñaron que un hogar no es donde se vive, sino donde se está feliz. Y por eso cuidaban la casa de las misioneras como si fuese suya o más. El camino de entrada se inundaba y ellos a cubos eran capaces de vaciarlo. Que cunda el ejemplo y a ello nos poníamos. Muy divertido mojarse con ellos y ver que más vale maña que fuerza.
Fuimos allí con juegos con los que íbamos a «enseñarles» de varios temas…curioso cuanto menos que nuestra intención fuese ir a enseñar. Ilusos.
Lavado de dientesàsonrisa; Lavado de manosàsonrisa; Reciclajeàsonrisa; Sentimientosàsonrisa; Familiaàsonrisa; Enfermedadesàsonrisa; Geografíaàsonrisa; Oficiosàsonrisa
Lo pilláis, ¿no? Hemos hecho papeleras con cajas de cartón y han sonreído!! El mundo está loco y ellos son los jefes. Una caja…de verdad como son. Podría pasarme un rato más describiendo el día a día, pero es posible que no acabase. Veinticinco días dan para mucho.
Allí los niños son diferentes. La sensación de agradecimiento por todo lo que hemos hecho no lo había sentido antes. Para ellos lo hemos hecho todo bien. Y lo han agradecido con cartas, regalos, abrazos, besos e incluso alguna lagrima en la despedida. Creíamos que podíamos cambiar el mundo y han sido ellos la luz que ilumina el nuestro.
Cristiano de nacimiento, curiosamente el mismo día que Messi (la vida tiene esas cosas), bautizado, comulgado, confirmado y mayormente practicante. Educador de Juniors La Asunción-Amparo Alabarta en la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora con niños de entre 9 y 13 años. Clavario en varias ocasiones llegando a ser leyenda junto con el resto de componentes y nunca, y digo nunca había rezado “bien”.
Lo sé ahora. Nadie me había enseñado o nunca había querido aprender. Simplemente es posible que no me lo hubiese planteado realmente en serio. Rezar un Rosario con la gente de allí ha sido la experiencia más emocionante (religiosamente hablando) que he experimentado.
Me enseñaron como se hace y para ellos creo que es lo normal. No saben “no rezar”. Mamá Mery (es como llaman a la Virgen María). Ella me ha marcado gracias a las familias filipinas.
Les hemos visto dar gracias por sus hijos, por poder ir a la escuela, por tener algo que comer…por estar vivos. Ponen todo en manos de Mama Mery. Incluso la esperanza de que si los echan de sus hogares, es porque Dios tiene algo mejor para ellos. Fe del tamaño de un granito de mostaza. Quien la pillara. Nunca podré olvidar Las Brisas o Mushroom y su gente.
A parte de a nuestras aldeas vecinas de donde eran nuestros niños, tuvimos la oportunidad de visitar Motorpool. Al principio no entendimos porque poner límites a acoger niños y familias. pero está claro. Serian incontables e incontrolables. Aún así nadie nos quitará la visita y la satisfacción de haber conocido y compartido con las familias que nos abrían las puertas y acogían como acogeríamos a nuestro mejor amigo. A los niños ya sabéis, les hacíamos mucha gracia. Casi tanta como ellos a nosotros.
Hemos estado “ayudando” en campos de trabajo recogiendo piñas, cocos, cortando hierbas, visitado cárceles y orfanatos…hemos aprendido a hacer velas, hemos construido casas y hemos repartido bolsas de comida. En todos los casos nos contaban sus historias, que nos abrían cada vez más los ojos y así verlos de otra forma. Cada historia tiene su aquel. Y todas nos emocionaban por la fuerza y valentía con la que afrontan los problemas, siempre apoyados en su Fe.
Se me quedan muchas cosas en el tintero. Muchas cosas por contar. Y cada vez que a alguien le cuente, supongo que iré olvidando anécdotas o detalles.
Solo me queda agradecer a nuestras familias, amigos y todo aquel que ha colaborado aportando tanto dinero como cualquier tipo de donación (ropa, bolis, pinturas…) Gracias, porque sin vosotros no podríamos haber disfrutado de esta experiencia. Sabemos que no podemos cambiar el mundo, pero también creo que hemos cambiado un poco nosotros, y si al contar nuestra historia, su historia, podemos concienciar un poco a nuestra sociedad…nos sentiremos muy satisfechos.
Salamat Po
Lluis Andreu Puig