Tras dormir (o al menos, intentarlo), en su primer día completo en Benagéberix, nuestros jóvenes galos reciben una curiosa llamada de ayuda del galo Xicforastérix: algunas aldeas vecinas, ocupadas por unas cuantas legiones de romanos, necesitan apoyo para no perder sus costumbres y su identidad de galos. La cosa es complicada, porque los romanos son más, más chulos y con ropas de mejor marca.
Así pues, la solución para estas aldeas parece ser sencilla: con un poco de la poción de Panorámix serían capaces de resistir sin problemas y acabar venciendo a los romanos. Pero la pregunta es: ¿merece la pena compartir la poción con gente de fuera de la aldea y, además, exponiéndose a los peligros de un posible encontronazo con los romanos?
Y es que los cristianos en general, y los Juniors en particular, por el hecho de haber respondido a la llamada de la que hablábamos ayer, tenemos una misión importante y complicada que cumplir en el mundo: cambiarlo. Eso supone muchas cosas. Supone ir contracorriente, supone no dejarnos arrastrar por lo que nos marca la sociedad (modas, consumismo, ausencia de Dios), supone ser libres y, sobre todo, supone salir de nosotros mismos al encuentro del hermano que sufre, de todo aquel que tenemos al lado. Y eso no es fácil.
Por eso, aquí viene el gran debate del día, una profunda división en la aldea entre el SI y el NO y una gran lucha entre tradicionales y modernos que, se lo prometemos (y ya lo verán en algún video), llega hasta los fines más insospechados. Pies sucios incluidos que ni el referéndum de la OTAN, oigan. Nuestros niños tuvieron que decidir por sí mismos: encerrarse en su propia seguridad o, a pesar de las dificultades que empaña, ponerse al servicio del prójimo y llevar el mensaje de amor de Dios por todas partes.
Evidentemente, ganó el SÍ.
Y sin necesidad de amañar la votación.